Roberto M. Álvarez: «Todo contiene belleza, aunque no todos la perciben»

Perseguida, admirada y envidiada desde el principio de los tiempos, la belleza es un misterio de la vida que fascina, seduce, inspira y enamora. Afecta a todo lo que rodea al ser humano y es una de las formas en que la vida se perpetúa.

¿Qué tipos de belleza existen? ¿De qué depende que objetos, personas o ideas sean considerados bellos? ¿Cómo ha evolucionado este concepto a lo largo de la historia? ¿De qué manera percibe nuestro cerebro la belleza y cómo opera con ella?

En este manual, el Profesor Roberto M. Álvarez del Blanco trata, de forma elegante y documentada, cómo la neuroestética se ocupa de investigar las bases biológicas y neuronales de la creatividad, la belleza, la felicidad y el amor, así como de los aspectos económicos de la belleza, su valor y su efecto en productos y marcas, y su impacto en el mercado.

Un análisis de la belleza que va más allá de lo abstracto, brindando un acercamiento histórico-práctico al término y a su capacidad para influir en las decisiones de las personas y los consumidores.

ENTREVISTA A ROBERTO M. ÁLVAREZ DEL BLANCO

¿Cómo percibe la belleza el cerebro humano?

Nuestro cerebro humano, a diferencia del resto de los primates, derrocha «actividades» de ostentación y suntuosidad: simbolismo, búsqueda de belleza, ética y trascendencia. Y esta función nos es útil para sobrevivir. La belleza que percibe el intelecto ha pasado primero por los sentidos. La vemos con profundidad cuando ha embriagado los sentidos, y de esta manera otorga calidad a la vida y al mundo que nos rodea. La belleza es generadora de una trascendencia emocional; es la expresión de la armonía que, a través de los sentidos, nos deleita la mente. Algo hermoso, bello, propone un goce perpetuo, ya que jamás se traduce o cae en la nada.

Diversidad de estudios demuestran que la belleza logra combinar una serie de estímulos con relajación; genera una cierta pérdida de control mental, ocasionando un proceso orgánico momentáneo, rendido ante el objeto o el estímulo hermoso. La mente y el cuerpo se tornan indivisibles ante ella, produciendo sentimientos y sensaciones. El organismo en su totalidad ingresa y se conmueve por el «concierto del placer».

Se ha documentado que cuando nos exponemos a un producto hermoso, el cerebro activa sistemas básicos neuronales, como percepción visual, reconocimiento visual, memoria, emociones positivas (euforia) y otros mecanismos generalmente vinculados con la visión de objetos. Los estudios recientes de escáneres cerebrales mediante resonancia magnética funcional revelan que la exposición a un objeto o a algo hermoso puede activar el cerebelo motor que gobierna el movimiento de las manos. Instintivamente, nos movilizamos por la hermosura; la belleza literalmente nos activa. Cuando detectamos algo estéticamente placentero, las áreas sensoriales del cerebro se iluminan, y cuanta más beldad encontremos (por ejemplo, en un automóvil o en un reloj) mayor será la actividad en ciertas regiones cerebrales.

Las áreas que se implican en su proceso forman parte del centro del placer y recompensa en el cerebro. Se ha demostrado que una idéntica área del cerebro se activa en un mismo individuo tanto con la percepción visual de la belleza (por ejemplo, pintura artística) como con la auditiva (música). Esto explica que la belleza realmente existe como un concepto abstracto en el cerebro. Más aún, las zonas del cerebro que se activan se han asociado al amor romántico, lo que sugiere una correlación neuronal entre la belleza y el amor.

Los trabajos neurocientíficos demuestran qué áreas del cerebro humano se activan por la experiencia de la belleza. La percepción de hermosura activa el área 10 de Broadman, asociada con identidad e imagen social. Está localizada en el lóbulo frontal y junto a la corteza orbitofrontal (área de anticipación de recompensas en el cerebro). El área 10 de Broadman es una de las regiones más importantes relacionadas con la cognición compleja, además de cumplir un papel que resulta crítico para la comunicación social, cooperación y desilusión. Por ejemplo, los entusiastas de los productos hermosos pueden ser compradores impulsivos y pensar en un objeto en términos de identidad social, lo que puede provocar una poderosa señal de recompensa.

¿Evoluciona nuestra percepción de la belleza de la misma manera que evoluciona nuestro cerebro?

La belleza sigue un proceso de auto transformación basado únicamente en los valores individuales y experiencias de la realidad.

En el contexto tecnológico en el que vivimos, la belleza probablemente será menos una cuestión de apariencia para convertirse en un concepto vinculado a la fascinación con el “rendimiento”, la “precisión”, y con la capacidad de eludir la fragilidad humana de las cosas materiales. Será un ideal de belleza artificial y dinámica, rodeado de un áurea impersonal vinculado a la excepcionalidad tecnológica.

Indudablemente la belleza será transformada. Trasladará todos los conceptos sobre atractivo, encanto, sensualidad, grandeur y elegancia hacia una imagen nueva de lo que somos y de lo que podemos llegar a convertirnos. Fascinante metamorfosis, a la que el cerebro con su plasticidad se adaptará incuestionablemente.

¿En qué se basa la neuroestética y en qué estadio de desarrollo se encuentra esta disciplina a día de hoy?

Hace diez años surgió una disciplina llamada neuroestética, que estudia la actividad cerebral cuando percibimos algo que consideramos hermoso. Investigaciones recientes buscan establecer cómo se relaciona esa actividad con la evolución humana.

Los avances tecnológicos de los métodos neurocientíficos continuarán ofreciendo nuevas posibilidades a la fantástica aventura de la exploración del cerebro humano. La disciplina se encuentra en un punto de inflexión histórico, lista para ingresar en la indagación científica del significado verdadero de la belleza.

¿Cómo diría que influye la cultura a la forma que tiene una persona de percibir la belleza?

Independientemente de la cultura, parece que hay ciertos patrones de actividad cerebral asociados con la visualización de algo hermoso.

Investigaciones recientes de neuroestética estudian las bases neuronales de la apreciación del arte. Han encontrado que el único factor común entre toda la gente que encuentra belleza en las artes plásticas y en la música es la actividad en la corteza frontal orbital media cerebral, donde reside el centro de placer y recompensa del cerebro.

Existen tendencias culturales de belleza artística; por ejemplo, la preferencia japonesa por la asimetría o el ideal occidental de la simetría. Sin embargo, en el caso de los rostros, parece que toda la gente prefiere las caras simétricas.

Hay ciertos aspectos de la belleza que son universales, independientemente del entorno o cultura a la nos hemos desarrollado. La simetría es ampliamente considerada como hermosa. En la naturaleza, algo simétrico significa vida. Los animales y las flores, por ejemplo, tienen figuras simétricas y esta natural circunstancia provoca que, basados en nuestro sistema neuronal, consideremos a la simetría como artísticamente atractiva y nos alerta e informa de la presencia de vigor, de savia, de existencia.

La simetría, la proporcionalidad y la familiaridad son códigos compartidos constitutivos de beldad. Armonía y equilibrio son como faros guías para reconocerla y poder calificar aquello que nos gusta como “maravilloso”, “bonito”, o “soberbio”. Pero si juzgamos en función de nuestra experiencia, tenderemos a considerar hermoso aquello que no solo nos embelesa, sino que qué además desearíamos poseer.

¿Es la belleza una cualidad aplicable a todas las cosas materiales? Por ejemplo, ¿podría evaluarse el grado de belleza de un tornillo o de un neumático?

Sabemos que los escultores, poetas, pintores, músicos, diseñadores, son los típicos creadores de la belleza. Pero también puede ser fácilmente creada por jardineros, agricultores, lampistas, o sanitarios.

Todo contiene belleza, aunque no todos la perciben. Los científicos intentan averiguar qué hace bellas a las cosas y a las personas. Pero en cierto modo es como preguntar si tu visión del color rojo es igual que la de otra persona. Simplemente es complejo saberlo, y hay mucho que explorar.

La perfección anónima de la producción masiva permite sostener la idea que todo puede contener beldad, aún los objetos más indignos. Todo objeto puede caracterizarse con un significado estético, cuando ha sido manipulado virtuosamente por las manos de su autor,

¿Qué grado de importancia tiene lo estético, en comparación con la utilidad, a la hora de desarrollar un producto?

Numerosos productos hoy en día se conceptualizan bajo la estética Zen, idónea para inspirar la belleza intencionada en diversos sectores y categorías. Economía de líneas, de formas, y eliminación de espacios inútiles constituyen una buena receta. El objetivo es evitar la distracción de la marca, transportándola al su formato más puro.

Implica el triunfo del minimalismo, incluir solo los atributos necesarios, incorporando estilo, fluidez, formato, y funciones en el producto.

La afinidad de zen por shibui (belleza astringente) sugiere, entre otros aspectos, discernir el gusto, eliminar lo innecesario y mantener la disciplina de la forma. Implica, asimismo, un sistema de gestión garante de que todo es correcto o está convenientemente ordenado, como principios orientados a lograr la perfección, tanto en un disco óptico, en circuitos integrados, en un sistema de composición de imágenes ultra luminosas, teléfonos móviles o en un sistema rotativo para ahorro de energía.

El zen, al carecer de una división real entre mundos internos y externos, encuentra la belleza en la perfección de los artefactos fabricados por el ser humano, concebidos para lograr la admiración y estima de los usuarios. La durabilidad, hasta cierto punto, es menos importante que la perfección trascendente.

Parece que hoy día se da prioridad a lo estético por encima de cualquier otro atributo, manipulándose imágenes a diario con fines comerciales y publicitarios. ¿Cómo cree que afectan los medios de comunicación y el marketing a nuestra percepción de la belleza?

La imagen de belleza, especialmente la referida a la belleza personal, a menudo se ve afectada por los medios de comunicación, aunque también por la opinión de la propia familia, de los amigos, los compañeros de trabajo, o por la presión social.

Los medios de comunicación son reconocidos por su capacidad de otorgar un toque de glamour a las cosas. Por ejemplo, se ha documentado que para algunas personas la exposición a ciertos medios vinculados con la moda que resaltan la delgadez y figura de las top models aumenta la preocupación (y obsesión) por cuidar el peso y la adscripción a comportamientos y dietas de alimentación de dudoso resultado para el bienestar y la salud.

Adicionalmente, propician que las preocupaciones normales sobre la apariencia se conviertan, en ciertos casos, en obsesión. Habría, al menos, dos razones para ello. En primer lugar, los medios han adoptado un estándar uniforme y bastante rígido de belleza. En segundo lugar, la televisión, vallas publicitarias, revistas y posters logran que la exposición a «gente guapa» sea constante, mucho más frecuente incluso que a ciertos miembros de la propia familia, provocando que lo excepcional del atractivo personal parezca real, normal y alcanzable.

Un estudio en Estados Unidos sobre 4.294 anuncios de televisión ha revelado que 1 de cada 3,8 anuncios envía un mensaje sobre el «atractivo», mencionando lo que es o no hermoso. Programas de adelgazamiento, píldoras para perder peso y métodos de gimnasia corporal suelen ser frecuentes en los medios de comunicación. En cierto modo, definen una forma de belleza que tratan de imponer en la sociedad. La realidad es que esta influencia, además de llegar a los adultos, está impactando en los segmentos infantiles. Niñas entre 5 y 8 años objetivan la figura ideal femenina en revistas, películas, programas de televisión e incluso en los dibujos animados. Para contrarrestar este efecto, una serie de organizaciones sin fines de lucro y fundaciones privadas promueven causas para evitar estigmas y lograr la apreciación de la imagen real del cuerpo, el cuidado de la salud y la aceptación de la propia identidad.

La universidad de Stanford y la Universidad de Massachusetts documentaron en una investigación que el 70% de las estudiantes se sentían frustradas con su propia imagen tras leer revistas dirigidas a mujeres. Otro estudio realizado en 2006 demostró que no solo ver programas de televisión en horarios de máxima audiencia o estar expuestos a videos musicales hace que los hombres se sientan incómodos consigo mismos, sino que esta insatisfacción incluso provoca problemas de tipo sexual y comportamientos peligrosos.

Al ver las imágenes una y otra vez, las personas tienden a creer que constituyen versiones de la realidad. Si estos cuerpos son reales y uno está imposibilitado de lograr el parecido, ¿cómo evitar sentirse mal consigo mismo? Lo que vemos en televisión y en las revistas eventualmente se convierte en un estándar de la realidad imposibilitando la percepción de deficiencias o de fantasías.

Los medios de comunicación son poderosos vehículos de transmisión o de refuerzo de creencias y de valores culturales. Aunque no se les pueda atribuir en exclusiva la responsabilidad de la determinación de los estándares que cualifican la belleza, escapar a la influencia de las imágenes es prácticamente imposible.